Lluvia de ideas en la Cocina Económica

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Participar en la Fashion Night o convertirse en parada turística son algunas de las nuevas propuestas lanzadas por la entidad para ganar socios y abrirse a la sociedad

BEATRIZ ANTÓN
FERROL

Ni rancia, ni anticuada. La Cocina Económica de Ferrol va camino de cumplir la friolera de 130 años -las velas de ese aniversario las soplará en el 2021-, pero lejos de haberse quedado anclada en el pasado, la institución ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Y, si no, que se lo pregunten a los inquietos voluntarios de la organización, quienes, con un papel cada vez más activo, acaban de diseñar una completa batería de propuestas para abrir la institución a la sociedad, romper tópicos y captar a jóvenes colaboradores que den relevo generacional a un tejido de socios muy envejecido.

«Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de la Cocina Ferrolana, pero, ya sea por temor, vergüenza o prejuicios, son muy pocos los que alguna vez han estado en nuestras instalaciones y saben realmente cómo funcionamos», advierte el presidente, Antonio Tostado.

Por ello, con el objetivo de combatir ese desconocimiento, los voluntarios han ideado varios proyectos «frescos y atrevidos», algunos de los cuales se materializarán muy pronto, como la inclusión de la Cocina Económica como nueva parada de la Ruta del Modernismo que gestiona la empresa Fertur. O su participación en la próxima edición de la Fashion Night. «Nuestra idea es que el comedor abra sus puertas ese día por la noche para albergar alguna actuación y aprovecharíamos la ocasión para servir un pincho de algunas de la recetas que se incluyan en esa fecha dentro del menú del día», explica Tostado.

Transparencia y proximidad

Con todas estas medidas, la Cocina Económica pretende hacerse más transparente a ojos de la sociedad y romper los falsos tópicos que existen en torno a la institución. «Hay quien piensan que aquí viene a comer gente que realmente no necesita nuestra ayuda o que a veces se producen situaciones conflictivas, cuando ni una cosa ni la otra son ciertas», apunta Tostado.

Además, con estas propuestas también se pretende reactivar la captación de nuevos socios, con el objetivo de frenar la caída paulatina de colaboradores que se viene registrando desde hace años debido a la falta de relevo generacional. Según anota Tostado, el 80% de los socios tiene más de 60 años y la incorporación de nuevos benefactores no es suficiente para cubrir todas las bajas que se van produciendo.

«Es mejor estar aquí que viendo la tele»

Luis Veira forma parte del batallón de voluntarios -unas cincuenta personas, número arriba, número abajo- que hacen posible que cada día abra sus puertas en la calle Rubalcava el comedor social de la Cocina Económica. «Cuando me jubilé pensé que podría colaborar con alguna organización, y como yo trabajé muchos años como camarero y me habían dicho que aquí necesitaban gente, me animé a llamar… Y aquí estoy», dice sonriente este ferrolano de 71 años, que también forma parte de la directiva de la asociación de vecinos de San Xoán de Filgueira.

Por eso, desde hace ya dos años, Veira araña horas a su tiempo de ocio para recuperar su oficio de camarero y servir a los comensales de la Cocina Económica una vez por semana. «El balance que hago de estos dos años es buenísimo, porque aquí somos todos como una gran familia. Los compañeros son estupendos, y la gente que viene a comer, muy educada y respetuosa. Además, cada día que vengo a trabajar me marcho feliz porque siento que he hecho algo bueno», dice Luis.

La experiencia de Rafael Rodríguez como voluntario de la Cocina Económica no es tan larga como la de Veira -el de ayer fue su tercer día en el comedor de Rubalcava-, pero, como él, se siente enormemente satisfecho de poder hacer «algo útil» por lo demás. «Llevo años pasando a diario por delante de la Cocina Económica, porque vivo muy cerca de aquí, y aprovechando que estos meses tenía un parón laboral y disponía de tiempo, me decidí a colaborar», cuenta este economista de 55 años. En opinión de Rafael, la labor de la Cocina Económica bien merece el esfuerzo, «que tampoco es tanto». «Y además -apostilla- es mejor estar aquí que viendo la tele».

La Voz de Galicia

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